sábado, 24 de marzo de 2018

Ivan Grozniy (Iván el Terrible, Partes I y II) (1944-58)


Como culminación de la carrera del realizador soviético Sergei Eisenstein, Iván el Terrible, obra inacabada y truncada por las mismas razones que la engendraron (su valor propagandístico) presenta en su totalidad las marcas constitutivas de una forma particular de hacer cine. El rodaje de Eisenstein, como es sabido, puso énfasis concreto en el montaje, la edición, como columna vertebral del cine, capaz de evocar, no sólo ideas, sino emociones, a través de la concatenación de planos. 
      Aunque esta obra, así como la previa Aleksandr Nevskiy (1938), se incline hacia la órbita histórica y dramática, el objetivo sigue siendo el mismo: presentar la cultura rusa bajo parámetros relativos a la situación contemporánea (la Segunda Guerra Mundial y el gobierno estalinista) y hacerlo mediante el poder de la imagen y la simbología, no tanto la pericia narrativa. Esto último puede verse en el estilo mismo de la cinta, enfocado en la composición de monumentales imágenes que, a los ojos del espectador actual, resultan estáticas y de lento proceder.




      Iván IV (Nikolay Cherkasov), primer zar de rusia, es representado aquí desde su asunción al trono hasta el comienzo de sus purgas contra la nobleza boyarda que hacía de oposición. No se trata de una cinta históricamente objetiva (sería imposible) sino que presenta una perspectiva relativamente simpática para con su protagonista. El zar aparece como un héroe fuertemente nacionalista, lastrado por una opulenta aristocracia reacia a reconocer su linaje y su autoridad. 
      Ante esta amenaza constante, el regente construye un escudo metafórico (oprichnina) alrededor de sí mismo, formado por su policía secreta, e identificada como el "pueblo", incondicional en su amor hacia Iván. Aquí vemos elementos de propaganda estalinista, los cuales pasarían a entredicho en la segunda parte de la obra, cuando se otorgará más atención a la metodología utilizada por el zar para despachar a sus enemigos políticos (por esto se retrasó el estreno de dicha parte). No obstante, la primera parte goza de un espíritu triunfalista, encarnado en las campañas bélicas contra el kanato de Khazan (heredero del Imperio Mongol).




Los puntos fuertes de la película son claros: la puesta en escena y la banda sonora. Los recursos visuales utilizados se dividen entre enormes sets decorados de forma suntuosa y ubicación milimétrica de los actores, así como un uso pronunciado de los contrastes (especial atención a las sombras, sobre todo en lo tocante a los rostros). La exageración de las expresiones es empleada para resaltar el carácter negativo o positivo de determinado personaje. Asimismo, el color, ausente durante todo el metraje, se presenta en diez minutos hacia el final, coincidiendo con la revelación de la naturaleza maquiavélica del protagonista. 
      Con respecto al soundtrack, debo reconocer que se trata de uno de mis preferidos. Consiste de una partitura compuesta por Sergei Prokofiev, con una fuerza expresiva imponente. Un ejemplo de esto se da en la escena en la cual el zar, hastiado de las intrigas palaciegas, se retira amedrentado hacia los brazos de su mujer (Lyudmila Tselikovskaya), la única persona de la cual confía, momentos antes de la muerte de ésta. La música transmite una sensación de soledad abrumadora. Por otro lado, tenemos instancias triunfales, como el tema principal de la película o la danza del séquito de Iván en la segunda parte. Atentos, además, a la "Canción del Castor" interpretada por la tía del zar (Serafima Birman), que conspira contra él.




La película posee momentos verdaderamente icónicos, demasiados para contar aqui, cada uno cumpliendo una función altamente simbólica (un ejemplo podría ser la famosa imagen de la sombra del zar cubriendo un globo terráqueo). En conjunto, la cinta transmite un aire pictórico y majestuoso, razones por las cuales no se trata de una película de aventuras biográfica a la usanza. Aún así, y reconociendo las particularidades de su puesta en escena y especialmente del estilo de actuación empleado, es una obra magnífica. Una lástima que no exista la tercera parte.


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